Una voz femenina anónima avisa a emregencias de que en un chalet residencial de Valldoreix se encuentra un hombre muerto con un cuchillo clavado en su corazón.
Es el profesor Abel Hernández del reformatorio de adolescentes de la Fundación Puiggalí.
Una interna del reformatorio declara al inspector Robert Gálvez que el director general del reformatorio lo había amenazado de muerte y la policía científica encuentra sus huellas dactilares están en el arma homicida.
Pero las apariencia engañan y las distintas hipótesis del inspector se resolverán en el escenario del Salto de la Reina Mora de Siurana.