Más allá de una crítica específica al deconstructivismo, este libro recoge una compilación heterogénea de textos donde Nikos A. Salíngaros desvela las claves de su propio pensamiento. Como discípulo de Christopher Alexander, el autor defiende el uso de criterios científicos en la teoría y práctica de la arquitectura. Para ello estudia empíricamente las reacciones fisiológicas que la experiencia arquitectónica produce sobre el ser humano y las traduce en estados anímicos como el estrés, el temor o la tranquilidad. Salíngaros no explica aquí el desarrollo de estos experimentos – nos remite a otros libros – pero ofrece sus conclusiones: la mayoría de las corrientes arquitectónicas desde los años veinte hasta la actualidad “desagradan” al hombre, fisiológicamente hablando. Los estilos “tradicionales” y la arquitectura vernácula, en cambio, resultan “agradables”. Su consecuente simpatía hacia el neoclasicismo de Léon Krier le ha costado la etiqueta de historicista. Salíngaros la rechaza enérgicamente y es igualmente favorable a cualquier otro estilo que abandone lo “desagradable”, aunque no pone nombres a tales alternativas.